Silenciame

Atada con dureza de pies y manos
con una áspera cuerda de esparto
la cual me oprime la circulación,
siento que se me amorata,
 
se me duerme y entumece el cuerpo.
 
Amordazada con odio y violencia,
sin un ápice de compasión,

con la soledad como fiel amiga,

con el miedo como amante,

con la frustración como compañera de juegos,
y la esperanza como ilusión,
o la ilusión como esperanza,
no lo recuerdo con nitidez,
no puedo pensar,
no puedo respirar,
siento que me oprimen el pecho,
quiero gritar,

no lo consigo,
siento que perezco, que me desvanezco.
 
Me desplazo a lo largo del tiempo,
en un viaje inhóspito, cruel y hostil .
No sé a dónde me llevan,
me siento débil, marchita,

apagada y atónita.
 
 
Solo me encuentro en la dulce música,
en cada nota, suave y ronroneante,
en cada acorde no disonante,
en cada fusa, intensa pero fugaz.
 
Cómo me encantaría quedarme,
este es mi lugar,
aquí se respetan las normas,
las reglas,
pero lo tengo prohibido.
 
Por fin llego a mi destino,
lo maldigo con furia y recelo,
no me fío de este lugar,
me han cambiado, alterado,
yo no soy esta armonía natural,
ni este equilibrio en la balanza del bien y mal,
ni esta composición de la disolución,
ni este proceso de acción-reacción.
 
Así no soy yo.
No existe armonía en este mundo
brutal, salvaje y animal,
en el que el maltrato, asesinato, crueldad,
terrorismo están a la orden del día,
como cosa normal.
No convivís en paz.
Estoy rodeada de inquietudes,
osadía y vanidad...
Esto es un desastre,
una catástrofe, 
es un caos, un desorden
 que yo sola
no voy a poder arreglar,

cambiemos el mundo,
mejoremos nuestro hogar.
 

 

 

 

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