ETERNAMENTE


Continuamente me pregunto en qué consiste realmente la vida. Nadie sabe sinceramente que es, simplemente vivimos por vivir, en esta agria mezcla de azúcar y sal, en la que los días pasan, las horas se hacen amenas, y el tiempo parece que corre para ganar esta increíble batalla, intenta ser el primero, incluso supera al espacio. Es una dimensión totalmente desconocida, es como vivir constantemente en el pasado, en los recuerdos, en esa infancia dolorosa pero fugaz. Pero llega un momento en el que pasas un límite insospechado, una fina línea de la que no podrás retornar jamás. Es en ese momento en el que te das cuenta de que el dolor es psicológico, del que el frío no es más que una falta de calor, que las heridas no escuecen, no duelen si no las intentas curar y el corazón no sufre si no lo mimas. Es ley de vida.

La suerte me ha enseñado con el paso de los años, que un ramo de rosas no es un acto tierno si están llenas de espinas, de mentiras, de reproches o de palabras volátiles. De las pocas posibilidades que tiene el fuego de quemarte si no juegas con él, sino lo alimentas, ni avivas esas voraces y coloridas llamas. Del escepticismo puro del azar y la probabilidad, de intentar jugar a ser Dios, a predecir y a juzgar.

Pero todo es relativo, es una jodida ilusión, es inventarnos excusas, cada vez más absurdas para no ser felices, para castigarnos por haber jugado y perdido, por haber excedido ese límite inquebrantable, por no haber cumplido las normas, las reglas. Lloramos y maldecimos, pero son meras lágrimas de cocodrilo, lo sé porque no son cristalinas ni saladas, son negras y agrias. Culpamos a todos de todo, pero nunca nos culpamos a nosotros mismos. Eternamente la misma historia, se baja el telón y siempre el mismo final para la obra.

No consigo entender como pude poner límites a mis sueños, a justificar lo injustificable, a aferrarme a personas que no me querían, a razonar lo absurdo y desechar lo evidente. A enfermar de deseo y morir callada. No comprendo como no me quité el vendaje y abrí los ojos para que me deslumbrara la brillante luz y poder descubrir que los ángeles no son más que demonios disfrazados, que los porcentajes no definen y que el destino no es sagrado.

Parece irónico pensar que el todo es la nada, pero la nada no es el todo, que el amor es dolor, pero el dolor no es amor. Ironías de la vida, de esa fuerza que juega con nosotros como la tormenta con las olas, haciéndolas más poderosas, pero también derrumbándolas cuando quiere y como quiere. Haciéndolas caer, y cambiar de rumbo. Continuamente, sin descanso. Contradiciendo al caprichoso destino, al gran jefe, al que nos provoca tantas horas de desvelo, al que nos obliga a permanecer en una incierta vigilia, en continuo silencio. Eso nos mata, solo oímos a nuestros pensamientos, que se van agolpando en la cabeza, que van alterando la memoria. Que nos hacen sufrir, que nos van carcomiendo por dentro.

La brújula está totalmente desorientada de tanto invertir los polos, de tanto cambio de dirección, de tantos actos hechos a la ligera sin intentar si quiera en pensar en las consecuencias, de tantos juegos sin un ápice de moderación. Pero para eso solo existe una solución, deja que el alcohol cure todo el dolor y borre el rastro de culpa, deja que mate lentamente lo poco que queda de tu conciencia.

Deja que el viento borre todo rastro de remordimientos, deja que los eleve hasta el cielo como las hojas rojizas del otoño, y siéntete libre. Disfruta de las mejores sensaciones de la vida como bailar bajo la lluvia o sentir el cosquilleo de la suave brisa en el cuello.





Comentarios

  1. Cada vez te superas más, felicidades.

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    1. Muchas gracias. Un placer oír tus palabras. 😊😊

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  2. Que bonito Noelia, gracias por compartirlo.

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  3. Muchas gracias Dolores, un placer compartirlo contigo

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