Fuego y agua

corazón con corazón

 
Mi corazón está roto,
está echo añicos, está totalmente carbonizado,
es simple, está destrozado.
Es como un desierto azotado por las violentas tormentas de arena,
sin un ápice de agua, sin rastro de vida.
Por favor, tan solo pido un ápice de clemencia. 

Mis pensamientos me escuecen, me corrompen,
son ácidos que me atacan y crean intersticios cada vez más grandes,
hasta que consiguen desintegrarme por completo.

Mi cerebro sigue intacto,
sigue gobernado por esa racionalidad odiosa,
sigue reinando el deber y no el deseo,
la razón y no la pasión,
el juicio y no la intuición,
la ciencia y no la fe.

Mis ojos están nublados, ellos nunca divisan un atardecer,
no ven jamás la luz, por tantas lágrimas derramadas,
por tantas sales desechadas,
por tantas horas a ciegas,
por tantas noches en vela.

Me siento totalmente perdida, no consigo encontrar el norte en esta brújula,
perece que juega conmigo, cambiando de sentido los polos, continuamente,
del norte y sur al este y oeste,
del amanecer al anochecer,
del equinoccio al solsticio.

Me desvanezco, parece que desaparezco,
que me derrito, que me abraso.
Tú eres la llama y yo soy la chispa,
pero al final todo queda reducido a cenizas,
simplemente a la nada,
ya que la nada es el todo
pero el todo no es la nada.

Me ayudas y pierdes,
me desamparas, me abandonas y ganas.
Todo es cuestión de la elección perfecta,
de saber jugar,
de elegir bien el equipo, al contrincante.
Es como el billar,
o las lisas o las rayadas, pero solo esas,
nada de mezclas, nada de combinaciones,
¿y qué decir de la negra?
Es la perdición, es el descontrol,
es el fin del juego,
es la derrota instantánea,
esa soy yo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
Alguien me tendría que enseñar a ver la realidad,
a afrontar la existencia,
a confrontar la materialidad.
Alguien me tendrá que enseñar a apartar la fantasía,
a borrar toda insustancialidad,
a abandonar el escepticismo,
el dichoso misticismo.

Eres como un virus, tan poderoso,
al que mi cuerpo aún no ha encontrado cura,
sería mucho más fácil de tratarte si fueras una simple bacteria,
como un peligroso Streptococcus
y poder eliminarte con un poco de antibiótico,
con un poco de alcohol, con unas cuantas barras libres,
pero no,
nunca es lo que yo quiero, nunca es como yo deseo.

Eres como la más dulce de las golosinas,
de esas tan apetitosas que te hacen la boca agua,
que encantan,
de esas que con una que comas te empachas,
de esas que te dan dolor de estómago,
de esas que te causan dolor y malestar.

No soy inmune a ti,
ojalá supieras que estoy aquí,
que te busco entre la gente,
que sonrío cuando sonríes,
que me río cuando te ríes,
que me muerdo el labio cuando pienso en ti.

Cariño, todo es pasajero, transitorio,
terrenal y profano,
todo es momentáneo.
Cielo, nada es intemporal, inmortal,
permanente y espiritual.
Nada es indefinido.

 El pasado es el recuerdo,
el momento es el pasado,
el futuro es el momento.
Soñemos juntos un futuro.



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