EL  TRUEQUE  DESDICHADO


Cada hora que pasa me doy cuenta de que todos deberíamos tener al menos un plan D, por si fallan todos los anteriores tener algo a lo que aferrarse para no caer, para poder tener un colchón donde dormir, y una almohada donde llorar. Todo falla y todos nos fallan. Pero nosotros también fallamos, la diferencia es que no podemos reconocerlo, porque si lo hiciéramos nos daríamos cuenta de que no somos seres superiores que controlamos el tiempo y la vida de cada uno de los simples mortales, porque si lo hacemos estamos perdiendo la supremacía que nosotros mismos nos hemos impuesto.

Tengo multitud de defectos, pero uno de los peores que tengo es ilusionarme demasiado con la novedad, de entregarme al cien por cien a lo nuevo y abandonar lo tradicional, es luchar con uñas y dientes por alguien o por algo que no debería y dejar que a mi vaso de agua lo colme una minúscula gota. Pero peleando sin sentido he empezado a perder, han empezando a pelear todos también. Antes no me rebelaba, antes todo me lo callaba, pero ahora he decidido que no, he empezado a decir lo que pienso, a sentirme mayor, a poder hacer cosas por mí misma. Estoy empezando a ver el mundo tal y como es, con sus cosas buenas, y con las malas. Puedo redescubrir lugares que antes me daba miedo mencionar.

Pero aún así siento que algo controla mi vida, que no soy dueña de ella, que haga lo que haga alguien ya ha decidido por mí. Por eso voy buscando los callejones más oscuros y me adentro en ellos, allí es donde realmente me siento libre. Nadie puede controlar el peligro, todos temen a la oscuridad. Pero yo la hago compañía, la escucho. No la trato como los demás que la evitan, que la aborrecen. Yo simplemente cierro los ojos y dejo que me arrope, que me susurre sus increíbles historias. Con ella me he dado cuenta de que tengo miedo a la soledad, siento pánico cada vez que me veo sola, que me veo vulnerable. Me río amargamente cuando recuerdo que amaba la soledad cuando era una niña, que me encantaba estar sola, que no tenía nada que perder. No tenía nada y era feliz, no tenía posibilidad de fallar a nadie, únicamente me fallaba a mí.

Pero las cosas han cambiado con los años, ahora tengo responsabilidades con los demás, ahora tengo miedo a perder, tengo miedo a volver al lugar del que intento escapar, temo que el futuro se vuelva como el pasado y que los días vuelvan a ser levantarse para morir.

Lo que más sigo odiando es tener que dar mi brazo a torcer, es disculparme por algo que ha sido culpa mía pero que no puedo reconocer. Por la cabezonería y la testarudez hemos perdido tanto que ya no podemos ni recordarlo, y ¿cuánto hemos ganado con eso? La respuesta es nada, lo perdemos todo a cambio de nada. Parecemos estúpidos, parece que no nos importa nada ni nadie. Parece que nos sentimos bien estando en alta mar subidos a un flotador pinchado, parece que nos gusta caernos e irnos desangrando lentamente.

He perdido tanto que no se por donde empezar a componer el puzzle, las piezas están rotas incluso las hay que están desaparecidas. Lo malo del pasado es que lo pasado, pasado está, pero aún sigo buscando alguien que me ayude a ocupar los sitios vacíos y que me ayude a arreglar las que están destrozadas.

Simplemente alguien que me ayude a volver a ocupar mi lugar.

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