LA  TENTACIÓN  PROHIBIDA


Como cada año viene San Valentín, viene para torturar a los espíritus libres que no han encontrado a su Dios. Viene para reírse del sufrimiento de los pequeños copitos que admiran a ese muñeco de nieve. Año tras año, hora tras hora. Cada vez más insufrible, más insoportable. Al principio no nos importa, nos mofamos de Cupido con sus flechitas, pero pasa el tiempo, pasan los días, y esas risas se convierten en llantos. En preguntas sin respuesta, en palabras irónicas, en risas amargas. No es solo un día comercial, es el día en el que te das cuenta que te falta algo, que no estás completa, que te sientes vacía. Pero no puedes reconocerlo, porque estás tan feliz sola, sin preocuparte por poner en peligro tu corazón, sin preocuparte de tener que llevar en brazos a tu alma.
Vivo la vida, bailo bajo la luna y aullo con los lobos pero vuelvo a casa, a ese frío lugar en el que las paredes parecen que se alejan, en el que puedo ver el denso vaho de mi respiración, en el que oigo el pulso incesante del reloj y me siento perdida, tan indefensa y tan solita. Por eso me aferro a mi osito de peluche y me meto en la cama, las lágrimas comienzan a regar la almohada y me quedo dormida. Otro amanecer, otro día igual. La misma rutina, día tras día. Pero hay un momento en el que parece que la vida no es cíclica, es como encontrar un lágrima en el océano, o la inmortalidad en los simples mortales. Lo veo allí de pie, con esa sonrisa diabólica y esa copa de la mano. Ni siquiera me mira, parece que no existo, que soy invisible. Pero para mi se ha detenido el tiempo, ya no oigo el ruidoso reloj resonando en mi cabeza, ya no me importan los empujones de la gente que intentan pasar para ir a la barra. Parece que tan solo estamos tú y yo, simplemente por el hecho de que para ti el "yo" no existe, no tiene nombre ni cara.
Van pasando los días y yo vuelvo allí ilusionada por verte. Aunque no me veas, aunque no me mires, yo sí que lo hago. Te sigo con la mirada. Solo con pensarlo me sonrojo, sonrío.
Sería tan sencillo acercarme y susurrarte al oído. Pero no puedo, simplemente no me atrevo, porque  me he dado cuenta de que todo en esta vida consta de tomar decisiones. Constantemente tenemos que elegir, tomar una copa o no, seleccionar el blanco o el negro, ¿acaso no podemos simplemente elegir el gris? Siempre hay que seleccionar un destino, un sendero, un camino. No hay razón aparente que justifique cada uno de nuestros comportamientos. Es simple, no hay lógica. Somos los seres sin lógica, sin escrúpulos. Nos movemos por nuestros instintos, por nuestros poderosos miedos o por nuestras ambiciones más ocultas. Nos agitamos por aquellas cosas que nos producen tantas pesadillas, que nos desvelan cada noche.
Cada vez que pienso en qué debo elegir, en qué debo decir me dan ganas de hacer las maletas y huir. Huir del mundo, huir de ti. Sí, de ti. De aquel que me hace sentirme insegura con tan solo mirarme. Quiero huir para olvidar, para olvidarte. Porque no comprendo como el corazón tira más que la razón, no puedo entender que sabiendo como eres, sabiendo lo que haces, me gustes. Es simple, somos seres ilógicos, seres que buscan su propia perdición, que caban su propia tumba.
Es propio en mí abandonar cuando las cosas se ponen difíciles, cuando sé que no voy a poder superarlas y que estas me van a superar a mí. No te conozco, no me conoces, no hemos hablado pero presiento que esto no saldría bien. Presiento que tú no cambiarías, que seguirías igual y yo tendría que pactar con el diablo para que le concediese a mi corazón una oportunidad más, una vida más.
Creo fielmente que las decisiones que tomamos o las cosas que decimos, en definitiva, las cosas que pensamos es lo que realmente sentimos. Los sentimientos, esa fuerza anormal que nos llevan a perdernos en un bosque encantado o que nos encierran en la cárcel más profunda. Es por eso que irónicamente no quiero caer en la tentación de tu piel, en el sabor a ron de tu boca y en la fragancia tan poderosa que emana tu cuerpo. Es por eso que cada noche salgo a dar un paseo para despejarme, para liberar a mi mente de tantas ilusiones inútiles. Espero ansiosa que el frío cumpla su cometido, congelar. Deseo que congele mis pensamientos y deje la mente en blanco, o en ese ansiado gris que tanto busco. Me preparo para que el viento moldee como desee mi cabello rojizo como el fuego, y haga temblar a mi inagotable cuerpo.
He comprendido que buscamos, no un mero píncipe azul, sino más bien El Príncipe Azul. Pero lo buscamos en quien no debemos, es como buscar la tranquilidad en un tornado, o la paz en la guerra. Es como buscar la soledad en el silencio. Nos equivocamos al elegir, en una de las tantas elecciones que nos propone la vida. Pero al fin y al cabo estoy segura de que nada perdura, de que todo se marchita, de que las 4 estaciones volverán a posarse y el cálido sol derretirá a ese muñeco de nieve.
Todo cambia y nosotros cambiamos con ello.


Comentarios

  1. Nada de huir guapica, a seguir buscando.
    Dicen que una huida es solo una mudanza de problemas.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias bonica.
      Al mal tiempo buena cara ;)

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