eterno c

El maquillaje cubría mis ojeras pero no podía tapar toda la soledad que me invadía. La mezcla de ron con ginebra hacía que solo me preocupase por no caerme al suelo, por no desfallecer. Me sentía mareada, perdida, pero con la mente en blanco. El corazón me latía rápidamente y me concentraba en mirar las pupilas de mi amiga mientras intentaba entender lo que me estaba diciendo. El frío de la terraza invadía mi cuerpo y me sacaba lentamente de mi estado de estupor.

Necesitaba sentirme mal para enterrar el dolor, pero cada vez hay más y más dolor por lo que la ecuación es fácil, más dolor, más alcohol, pero a veces no es suficiente, y dejo que el éxtasis haga su papel, ocupe su lugar.  Pero la inalcanzable droga que más jodida me ha dejado has sido tú, ha sido mi deseo de tener tu boca contra mi boca, y el roce de tu piel contra mi piel. Tantas noches de pasión y lujuria, de gritos ahogados contra tu hombro y de arañazos en tu espalda que no han podido ser. Tanto anhelo por llevar de fragancia el olor de tu piel, y de besar esos labios como si fueran míos. Simplemente te tengo ganas, ganas de sentirme arropada entre las suaves sábanas y tu cómodo pecho.

Desgraciadamente sé como eres, sé lo que eres. Estás tan vacío por dentro que intentas llenar ese hueco con mujeres, con más y más mujeres. Eres alérgico al compromiso, eres alérgico a lo permanente, a lo duradero. Ya me han advertido que el enamorarme de ti ha sido un error, un tremendo fallo, una pésima decisión, porque de lo nuestro no saldría nada bueno. No solo te quiero para que deslices tu cuerpo entre el mío, para que me muerdas en el cuello o para que me arranques la camisa. Te quiero para que me des un beso en la frente o me cogas la mano. Simplemente te necesito ahí, dispuesto a escucharme durante horas y hacerme feliz.

Pero las lágrimas caían sin cesar por mi mejilla, y un temblor insoportable dominaba mi labio. Nubes de vaho recorrían el baño y empañaban los cristales. Una botella vacía de ron y una copa llena decoraban la triste y sobrecogedora estampa. El vestido y los tacones estaban tirados por el suelo, abandonados, arrugados; y la ropa desprendía una insoportable fragancia a tabaco, maría y alcohol. Estaba sentada en la ducha, apoyada contra los fríos azulejos.  Lloraba desconsoladamente pero mi llanto quedaba ahogado por la melodía de la radio. El tiempo parecía que se había detenido pero el agua seguía corriendo y marcando mi pálida piel de rojo, abrasaba, pero no me importaba. El rimel teñía el agua de negro y dejaba una sucia marca por mis sonrojados pómulos.

Lloraba de rabia, de impotencia y de desilusión. La cantidad de lágrimas que he derramado por ti no las he derramado por nadie, no sé lo que tienes. No tienes nada pero lo tienes todo, no eres nada pero lo eres todo. Solamente eres tú. Tú y yo. Solamente piénsalo, piénsame.

Creo que ni la magia negra ni un pacto con Lucifer puede enceder una llama, pueden hacerte arder en el fuego eterno conmigo. Me cuestiono quien es peor influencia para quien, si tú o yo. No sé que es peor, enserñarte a tener sueños y esperanzas para luego verlas todas deshechas y rotas en pedacitos, o vivir en un continuo ciclo sin fin, sin luz, sin ganas de vivir, con una copa continuamente de la mano y un cigarro amargo en la boca.

Pero mientras me deprimo con mis pensamientos, mientras pasan los segundos, uno a uno, con mis divagaciones, tú eres ajeno a mis sentimientos, eres ajeno a mí. Me da miedo preguntarte por mí. El tiempo me ha enseñado a no pedir una respuesta en dos casos, o bien sabes la respuesta o te da miedo.

Solo espero que cuando no esté allí, cuando no veas mis reflejos pelirrojos te acuerdes de mí y me busques con la mirada entre la multitud. Solo espero ser un recuerdo fugaz pero intenso, una sonrisa ácida en tu bonito rostro, o una punzada amarga en el estómago.

Pero mi mayor duda es quien se va a rendir antes, si mi cuerpo o mi corazón. 






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