EL SUEÑO DEL ALBA


Hubo un tiempo en el que ya nada importaba, en el que no diferenciaba el final con el principio ni el blanco del negro, en el que me levantaba por las mañanas para ir muriendo lentamente, para avergonzarme de mí misma y humillarme con el paso de los días.

En una vida pasada el sol no salía, el amanecer era oscuro y frío y el anochecer no se distinguía del horizonte, las estaciones se mezclaban y deshacían y revolvían todo a su antojo, el universo se contraía al ritmo de los latidos de mi corazón, cada vez más y más despacio, hasta casi detenerse, hasta casi poder descansar en paz. Ojalá la sangre se hubiese detenido, y no hubiera continuado recorriendo y alimentando mi frágil y maltratado cuerpo.

Pensé, lo pensé fría y detenidamente, pero llegué a la conclusión de que quería vivir, de que quería respirar. No quería morir. Miro hacia atrás y me siento orgullosa de no haber elegido el camino fácil, de no haberme rendido. Por una vez en mi vida elegí luchar, elegí ser valiente y me preparé para los golpes que sabía que iban a llegar. Me adelante a mis adversarios, incluso me adelante a mí.

Pienso que el tiempo a cumplido su cometido, que ha borrado las pisadas, las huellas. Que ha eliminado todo rastro de dolor, de sufrimiento, de maltrato y de desolación. Pero me doy cuenta de que no es así, los recuerdos removidos me siguen causando un gran dolor. Es como llevar una roca que pesa mil toneladas, o vivir en una montaña rusa. Tengo que entender que la vida es una sopa que se puede remover y mezclar. Tengo que aprender que todo se puede invertir.

No te engañes si piensas que me conoces, que soy como me muestro. Que soy tal como soy. Las apariencias siempre engañan, siempre defraudan. Desafortunadamente para ti, que me crees tan predecible e inmadura, que crees que soy feliz porque sonrío y que me gustan las cosas porque he aprendido a lidiar con ellas, no es así. Los resentimientos silenciados siguen aquí, los palpo en el ambiente, la mayoría de las ocasiones son tan densos que siento que me ahogan, que luchan por estrangularme.

La única solución que se me ocurre es salir. Este último año he dado más paseos nocturnos que en toda mi vida, he salido por la noche y he vuelto de madrugada. Me he sumergido en una lenta melancolía, en deprimirme y buscar soledad y silencio. En sentirme sola y buscar música y falsa alegría. Al final todo estalla como una burbuja, todo se rompe y vuelves al principio, con la única diferencia de que ya estás más cansada, más débil que ayer, pero aún tienes más esperanzas que el día de mañana.

He comprendido que la vida se rige por la teoría de la psicología inversa, por un miedo incontrolable, por un principio de acción-reacción. Por el incesante karma. Buscamos amor en libertinos, por miedo a quedarnos solitos y desamparados. Intentamos tapar nuestras inquietudes en un amor inalcanzable, en una absurda obsesión. Buscamos libertad en una cárcel, y confiamos en el engaño.

En mi corta existencia he comprendido que el odio conlleva al suicidio, matas a tu alma y condenas a tu cuerpo con millones de cadenas, con gramos y gramos de maquillaje para que tapen las ojeras, para que borren el rastro ácido que conlleva el llanto. Lo condenas a la mortalidad, al rencor y a los sueños troncados.

Por eso he desarrollado una especie de alergia a este condenado lugar donde los espíritus del alba controlan los actos y pensamientos de los sedientos, de los pobres ignorantes.

Comentarios

  1. Existe un proverbio que dice: "No guardo rencor pero tengo memoria".
    Bonita publicación Noelia.

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    1. Gracias Loli, ya echaba de menos tus comentarios ;)

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  2. Muy profundo y perfecto para la autoreflexión! Leeré más de tu blogg a ver que tal :)
    Te invito a que eches una ojeada a mis historias que actualizo semanalmente.
    Un saludo:) Rubén.

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    1. Muchísimas gracias Rubén, un placer que te guste lo que escribo. Echaré un vistazo por tu blog ;)

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