HASTA QUE DUELA, CARIÑO,

HASTA QUE MUERA

  
        Pregúntame quien soy, pregúntame qué quiero, o hacia dónde voy. Pregúntame lo que quieras, es simple, es sencillo. Lo he visto todo y ya no sé nada. Yo fui la primera persona que escribió algo en algún sitio. A menudo se dice que conmigo comenzó el periodo que llaman historia,  las trivialidades de la vida. 

         

          He visto tantos amaneceres que ya me parecen todos iguales. Lo he visto absolutamente todo, sexo por despecho, besos sin amor, palabras que vuelan por el horizonte, lágrimas puras, puñaladas dolorosas, actos dignos de admiración, sonrisas cargadas de odio, y la más pura traición. 



          He vivido tanto tiempo que ya es hora de irme, de hacerme cenizas con la luz del sol, de quemarme con el agua bendita, de sentir verdadero dolor. 



          Oficialmente me llamo Leonardo, pero allá donde vaya me conocen como El Castigador, he vivido cerca de 3000 años, día tras día, hora tras hora, siempre eterno, siempre intacto con las caricias del paso de los años. Yo no temía al tiempo, él me temía a mí. Era invencible, el tiempo volaba por y para mí, yo lo pilotaba, yo lo descomponía en las 14 dimensiones que quería, y aún así, aquí estoy. 



          Todos los que me conocían me envidiaban, pero es un error, puesto que sólo yo conozco la tragedia que conlleva la vida eterna.



          Yo pude ver cómo el hombre depredaba al hombre. Sin piedad, sin juicio. Pero con castigo. Pude ver como parecía que alguien desde ahí arriba estaba haciendo trampas al barajar.



          He quitado tantas vidas que ya no puedo recordar la cifra exacta, todo ha perdido su valor. Me alimentaba de sangre, sangre fresca, sangre roja, caliente, que me hacía sentirme vivo, que me hipnotizaba, que me acariciaba. Sangre, de niños, de adultos, de ancianos. Hubo un tiempo en el que nada importaba, era adicto, era un jodido vicio. Pero todo eso cambió, dejé de ser la peor pesadilla de toda la costa este, de arrasar aldeas enteras como un maldito huracán. Perdí mi papel de líder, de ese diablo vestido de seda, de ese Dios de lo infernal. Ya no pude cubrir más colinas de sangre, ya no pude ver a más niños llorar.



          ¿Qué me has hecho mujer? Que ya siento la vulnerabilidad al ver la estúpida rendición reflejada en esos ojos que suplican perdón. ¿Qué me has hecho mujer? Que noto un ligero temblor cada vez que te veo. Sólo dime que me has hecho. ¿Por qué diablos me importa saber que soy un asesino, que estoy muerto, que ya no hay vida en mi interior? ¿Por qué me tratas así?



          Ya no quiero que caiga la noche, porque ellos me persiguen, me persiguen sus llantos, sus súplicas, sus monótonas melodías. Los veo a todos y ellos me ven a mí, me miran con desprecio, con miedo. Unos se ríen y otros lloran, unos huyen pero saben que no pueden escapar. Yo los maté, les arranqué la vida. Pero era una lucha por la supervivencia, por la supremacía, ¿no? De eso se trata, de sobrevivir sin que importen las tasas, los remordimientos.



          Pero la noche cae, y yo caigo con ella. Ojalá mi sufrimiento solo fuera por ellos, pero no, sufro por ti. Sufro por amor. Porque tu silueta aún sigue dibujada en mi cama, porque tu olor me persigue en la almohada. Eres tú, tú intentaste devolverme a la vida, pero descubriste que mi corazón ya no latía. Viste mis blancos colmillos acercándose a tu cuello para sellar nuestro amor en una efímera muestra de dolor. Y de pronto lo vi, pude ver el miedo, lo pude tocar, casi se podía beber. Pero ya no era una droga, más bien era mi perdición. Tú te alejabas de la cama, horrorizada. Pero yo ya no era así. ¿Por qué lloras bebé? ¿Acaso no sabes que te amo y que siempre lo haré? 



     Cariño, me siento tan despedazado, siento que me até demasiado, que te necesito a mi lado. Cada día me siento a recordar, a recordarnos. En estos efímeros años me has hecho sentir más que en todos los 3000 restantes, me has hecho olvidar las vidas que arrojé, la sangre que bebí, los llantos que me producían placer. 



          Pero te fuiste para no volver. Así que decidí marcharme, alejarme de ti, a un lugar lejano, en el que el sol quemase mi piel, en el que la arena me golpease como el fuego, en el que las dunas me hicieran recordar que la vida solo sirve para sobrevivir.



          Aún así me encontraste, querías seguir haciéndome pagar por todo lo malo que fui, por las horribles cosas que viví. Los espejismos de Oriente me transportaban tus palabras. Sentía como tu aliento me hacía cosquillas en la nuca, sentía como tus dedos quemaban mi piel. 



          Maldigo aquel día que te conocí, que entraste y preguntaste por mí. Confundiste mi nombre, y ni siquiera me saludabas al pasar. Parecías tan fuerte y tan segura, nadie pensaba que te fueras a derrumbar. Pero lo hiciste cuando te robé aquel beso, es más, aún siento tu bofetada en mi pómulo. Pero en cuanto te miré, pude ver cómo te perdías en mis ojos azules como el mar. 



          Cómo aborrezco aquel día en el que te descubrí mirándome como dormía, en el que te tumbaste a mi lado y me susurraste que nunca te marcharías. 



            Pero más aún odio las palabras tan sinceras que salieron por tu boca aquel día, que me quemaron como el hielo, que me ahogaron como la marea:



"Seamos libres,

como las hojas en otoño.

Seamos rebeldes,

como tu cabello rubio al viento.

Seamos nosotros,

como las olas rompiendo en la orilla.

Sólo tú y yo,

cuando nos convertimos en uno.

Seamos lo que queramos ser,

como un final alternativo de Romeo y Julieta.

Seamos lo que soñemos ser,

como el hielo caliente o el fuego frío,

lo que seamos,

lo seremos juntos o separados.

Tú serás la mujer fuerte y decidida,

la diosa más poderosa,

la dueña de su suerte,

como un juego apalabrado del azar

las mil y una sonrisas.

Yo seré el ser inmortal,

el que se adueña de las vidas,

el que corrompe hasta el mal. 

Seamos lo que somos,

juntos o separados. 

Seré yo,

con o sin ti."

                                                                                                                                      

        Sufrí y lloré por todo aquello, pero yo ya no podía morir.



          Así que he decidido entonces volver a dormir, esta vez para siempre. O por lo menos hasta que alguien me despierte y me diga que en el mundo la mayor angustia que puede afligir el espíritu es la de enfrentarse a un folio en blanco para escribir una historia. Pero antes, sólo espero que te lleguen mis últimas palabras, que te las susurre el viento por la mañana:



"Ven, acércate y desafía la gravedad conmigo.

Descubriremos que el sol está ahí aunque no lo vemos.

Reinemos la totalidad de la noche como la oscuridad.

Bailemos alrededor de la hoguera mientras que echamos la ropa al fuego.

Agitémonos con nuestra pasión y no nos enfriaremos como el hielo. 

Derritamos nuestras convicciones con un beso y dejemos caer nuestras creencias a base de caricias.

Hagamos locuras mientras seamos jóvenes o inmortales,

incendiemos más aún el deseo y entraremos en el averno.

Seamos dos almas unidas por el pecado carnal,

y demos envidia al quinto pecado capital.

Desafiemos al destino enamorándonos sin hacernos daño.

Refugiémonos en el calor que desprenden nuestros cuerpos.

Venzamos cada fuerza que nos lleve hacia atrás.

Susúrrame al oído que quieres volar y te ayudaré a llegar hasta la rama.

Grítame y comprenderás que después de la tormenta no viene la calma, sino que es el preludio de un violento huracán.

Bésame y harás que me derrita suplicándote que no me dejes caer.

Tócame y romperás todo muro de sensatez.

Te despertaré con cosquillas para ver la sonrisa más sincera.

Te hablaré del futuro incierto que afrontaremos juntos.

Cógeme la mano y no me dejes caer solo." 


                                                                                                                            

Comentarios

  1. Venga voy a comentar que sé que te hace ilusión señorita físicaeramquodósica

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    Respuestas
    1. Estoy de vuelta 😻
      Me hace muchísima ilusión señor ingeniero.

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  2. "Desafiemos al destino enamorándonos sin hacernos daño." Ojalá

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