ENCADENADA

Juguemos con la jodida obsesión de querer comernos a besos,
juguemos a provocarnos y a empañar los cristales de la ventana,
juguemos a desordenar las sábanas de la cama,
y aullemos salvajemente a la Luna.
Juguemos a abrasarnos con nuestro calor,
y a esparcir la ropa por el colchón. 
Juguemos a lo que quieras, pero juguemos juntos.

Peleemos en el barro, cuerpo a cuerpo, uno contra uno,
sin reglas, sin normas, sin árbitro. 
Apostemos juntos contra la casualidad de habernos encontrado.
Naveguemos por el tiempo, segundo a segundo.
Bailemos bajo la lluvia, sin preocupaciones,
sin el solemne paraguas protegiéndonos del agua.

Seamos felices hasta que esto termine,
hasta que escribamos ese maldito punto final.
Rompamos la necesidad de vivir en un cuento de hadas,
por las decenas de historias rotas por el qué dirán,
por los cientos de cuentos inconclusos por miedo,
por la incógnita de si me rechazará.
por las miles de ilusiones despezadazas, arrojadas,
desordenadas, violentamente aniquiladas,
que cortan, que duelen, que queman.

Pero todo era tan increíble hasta que
nos prometimos la eternidad,
mencionamos el para siempre,
nos engañamos con el infinito,
nos hicimos falsas promesas,
nos chantajeamos con sonrisas,
nos apuñalamos con palabras,
y nos quebramos en millones de pedazos. 

Todo esto me está matando,
hasta que consigo acabarme la botella de Barceló,
hasta que noto como el alcohol entierra tu olor,
grabado a fuego en mi piel, que me quema,
que aún me abrasa.
Pero aún así no consigo sepultarte,
no consigo olvidarte.
Y en cambio sigo aquí esperándote.

Por si no lo sabes,
intento olvidarte, y lo consigo,
hasta que a la mañana siguiente vuelvo a verte,
y llevas puesta aquella camisa que me descontroló
aquel día, y que acabó en aquel montón,
encima de mi ropa interior.

Sé lo que piensa la gente,
si esos dos se quieren, ¿por qué no están juntos?
Sé lo que piensas, pero ahora mismo yo no sé lo que quiero.
No me puedo permitir otro salto al abismo,
no quiero tener que caminar sobre un puente quebradizo,
simplemente no puedo perdonarte. 

Vivimos aquella imperfecta realidad,
pero ya llegó la hora 
de desatarnos de las cadenas que nos impiden avanzar,
de no mirar hacia atrás,
de no llamarnos más.

Te quise, pero ahora me quiero a mí misma mucho más.


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