Tú, mi Platónico



Recapitulemos hacia atrás,
pero a cámara lenta.
Proyectémoslo en versión original,
sin interpretaciones.
Recordemos absolutamente todo,
pero no añoremos nada.

Estafemos a nuestros sentimientos,
para que no nos traicionen,
para que no nos embauquen en aventuras fatales.
Advirtamos a nuestro corazoncillo de que el mundo no es rosa,
para que sea fuerte y no se rompa,
para que no se fíe de las volátiles palabras.

Avancemos hacia delante,
siguiendo la flecha del tiempo,
confiando en esa ilusión que lo curará todo,
afirmando que no pasa en vano.
Intentemos olvidarlo todo,
para evitar evocar recuerdos hipócritas.

Robemos besos pasionales sin razón,
para disfrutarlos mientras duren,
para no echarlos de menos cuando se acaben.
Eludamos el significado de un mordisco en el cuello,
para no tener que preguntarnos hacia dónde vamos,
o dónde nos cobijaremos cuándo venga el frío.

Borremos los amores de la infancia,
esos que aún persisten en quedarse,
esos que te siguen arrinconado en la pared.
Abandonemos el ideal de amor platónico,
aquel que descubrimos con esa persona,
aquel que se ha incrustado por más de 7 años.

Brindemos con ron en un bar de Gran Vía,
choquemos las copas en señal de ironía,
porque sabemos que los deseos no se cumplen,
porque no todo el que busca encuentra.
Apaguemos las luces, vivamos de noches,
hagamos las cosas que están prohibidas de día.

Limpiemos el polvo de nuestras heridas,
para poder observar las cicatrices,
para ver los efectos reales del daño.
Tomemos agua con limón,
pero sin azúcar,
para comprobar realmente la acidez de la vida.

Soñemos despiertos para no mirar hacia dónde vamos,
para no reconocer que vamos sin rumbo,
para eludir que hemos perdido el norte.
Arrojemos la brújula mientras corremos perdidos,
hacia el este, o tal vez hacia el oeste,
quién lo sabe.


Calculemos potenciales en la hora del té,
para evitar pensar qué estamos haciendo,
para ignorar el hecho de que estamos solos.
Hallemos órbitas de transferencia antes de irnos a dormir,
para no soñar con nuestros problemas,
para desecharlos por siempre.

Escribamos poemas de mariposas mareadas que revolotean,
de hermosas rosas rojas que clavan sus espinas,
de enamorados desesperados por verse.
Relatemos tantas cosas como queramos,
pero no nos creamos ninguna,
porque los cuentos de hadas no existen.

No volvamos a vernos,
juguemos a equivocar al destino,
apostemos por ver quién cae primero,
porque eres muy difícil de olvidar.
No nos acordemos el uno del otro,
porque me sigues haciendo daño.

Lloremos miles de servilletas,
pero pasemos página,
pongamos por fin el maldito punto y final.
Compremos otro libro,
para empezar a crear otro drama,
para olvidar lo anterior.

Cerremos el cajón de Pandora,
el maldito cajón de recuerdos,
y atemos la llave a una piedra,
para que cuando la tiremos,
se hunda,
y no la podamos encontrar más.


Te guardaré en secreto,
por algunos años más,
porque eres la primera persona a la que quise,
y eso es difícil de olvidar.  
Tú, mi amor platónico de la infancia.

Comentarios

Entradas populares